Lejos te tener certezas, sí que, a veces, en ocasiones especiales… ¡sentimos en lo más íntimo como que estamos saboreando la experiencia de eternidad!
Hay momentos, ocasiones experienciales en las que cerrando los ojos…, podríamos preguntarnos si es que ¿estamos ya en el cielo?
Sí, creo que muchos hemos tenido vivencias de “cercanía” a lo divino: Acaso en algunas celebraciones, en comunidad, que nos llevan al cielo en la tierra; con los pies abajo, pero con el espíritu bien alto… Y, el corazón nos pide rebosar de gozo ¡dando gracias al Dios de la Vida!
Pero, también hay otro tipo de celebraciones… (ajenas a la liturgia) que nos llevan, tan ciertamente como nos puede llevar una oración contemplativa y de cabal adoración a percibir esa inexplicable sensación de vida presente y eterna: ¡Cielo y tierra… aunados!
La vivencia de la pasada noche del 26 de mayo, con la ayuda del Coro A Cappella Choir y Brass Ensemble, de Carolina del Norte, y del Coro Joven de Tomares, nos han hecho comprender, certeramente, que la música ayuda a establecer puentes y a unir culturas… Pero también a sentir que, aun estando rodeados de mil problemas que necesitan solución, también podemos tocar con las manos del alma un pedazo de ese “estar”, de ese percibir ¡cómo será el Cielo!